En la obscuridad veo una luz... su cara. Parece que todas las estrellas del cielo se hubieran reunido en sus ojos.
Todavía me acuerdo cuando nos hicimos adultos... descubrimos que no había nada que durara para siempre. Pero, en ese momento, en el tiempo se detuvo y en el mundo sólo estábamos él y yo. En aquel instante, la realidad se convirtió en un sueño y por unos minutos pudimos sentir que la eternidad existía.
En el interior de nuestros corazones, todavía muy
jóvenes, tuvimos la certeza de que sería para siempre
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